Tonga Galván logra «Tocar hondo» en su estreno como solista
El cantante consiguió rearmarse después de una etapa que define como «el típico duelo», a seis años del final de Maturana, propuesta de rock rioplatense que en 12 años de vida registró tres álbumes y logró un Premio Gardel por «Suena la calle» (2012).
El cantante y compositor Tonga Galván, quien fuera líder del disuelto grupo rockero Maturana, corporiza en su primer álbum solista, «Tocar hondo», una suerte de manifiesto cancionero donde profundiza y amplía el universo estético que es capaz de alcanzar desde la voz y las líricas de las nueve piezas que integran el disco.
«Valoro la canción con mensaje aunque tenga un ritmo y un movimiento diferentes al que podía tener tocando al palo con la banda porque todos tratamos de buscar la canción perfecta y el mensaje sigue siendo el mismo con otros colores y matices», comenta Galván durante una entrevista con Télam.
A seis años del final de Maturana, propuesta de rock rioplatense que en 12 años de vida registró tres álbumes y logró un Premio Gardel por «Suena la calle» (2012), Tonga consiguió rearmarse después de una etapa que define como «el típico duelo».
El guitarrista y vocalista revela que a ese período tras la ruptura del conjunto «lo pensé como una transición pero nos re-descubrimos como músicos con Juanma (Galván, su hermano quien también era parte de Maturana) arreglando y grabando y nos gustó el resultado».
A la dupla de hermanos se integró Martín Di Lacio (responsable de la grabación, mezcla y masterización del repertorio en Núcleo Records Argentina), en quien Galván grafica la experiencia de «también juntarme con los sub-30».
«A veces al ser parte de una banda uno se encierra en la gente que está en el grupo, pero el estar como solista me llevó a abrirme a otras personas, a apoyarme en otra gente sin perder ni la independencia ni la autogestión», desgrana el artista.
En esos nuevos rumbos, el creador salió con su guitarra por otros circuitos de trovadores como el que funcionaba en espacios porteños como el bar La Muscicleta o El Queztal Casa Cultural, sitios a los que aspira volver con «Tocar hondo» en cuanto la pandemia lo permita.
Como fruto de esos andares, Galván trabajó micro-ficciones sonoras con el patagónico Paulo Neo y de esa colaboración nació «Es que hace falta valor», «única canción que grabo en todo mi camino que no tiene letra mía pero a la que siento como propia», asegura.
El ida y vuelta de experiencias y sentires lo acercó al estudio Núcleo que le regaló otra experiencia: «en Núcleo lo que más se graba es trap, house y tecno y cuando caímos allí -evoca con una sonrisa-, Martín nos dijo ‘hoy voy a grabar canciones, qué bueno'».
La reciente placa reúne las canciones «Tocar hondo», «Girasoles en la noche», «Hacia el horizonte», «Es que hace falta valor», «Huele a cansancio», «Conectados», «Fuera de órbita», «Constelador» e «Invencible».
En ellas Tonga traza un arco sensible desde donde canta cosas como «Despiertan desde los mas bajo/A lo mas alto de esta herida/Que el arte trinchera crezca/Y se propague por toda la esfera» (en «Tocar hondo») o «Descubrimos en la oscuridad/Acercándonos a la verdad/¡Quién destrozó el conocimiento!/¡Quién sofocó el deseo!» (en «Girasoles en la noche»).
El aporte expresivo también aflora con «Estamos encontrando/En silencio una canción/Tan coherentes intensamente/Saltamos al vacío» (en «Constelador»), «Subir al mundo/Aunque no se detenga/Despiadado sistema ¿Cuál es el rumbo?/¡Donde está el Sur!» (en «Fuera de órbita») y «Te abracé en silencio/Yendo hasta el cielo/Una vez más/Juntos en la adversidad» (en «Invencible»).
Télam: ¿Lo que le pasó a la persona del estudio de grabación es algo que -aunque no esté tan visible- responde a que la canción sigue siendo un género valioso?
Tonga Galván: Totalmente. Hay una necesidad de la canción y hay un aire fresco ahí aunque yo haya llegado a ella sintiéndome re-rockero. Valoro la canción con mensaje aunque además tenga un cierto ritmo y un cierto movimiento porque todos tratamos de alcanzar la canción perfecta que buscaban los viejos juglares. Y de alguna manera el mensaje sigue siendo el mismo con otros colores y matices.
T: ¿Qué otras libertades recuperaste como solista y a partir de otra sonoridad?
TG: Sucede que el último año de Maturana fue una especie de lenta despedida y aunque me gusta el formato banda, a nivel composición me permitió crear sin tener que estar supeditado al ensayo. Además a veces chocan el compositor y el intérprete cuando en una banda aparecés con canciones que tienen letras más íntimas. En ese sentido definitivamente me siento más libre y más liberado que al final de la etapa del grupo.
T: ¿Eso te influyó también al momento de cantar tus propias canciones?
TG: En un grupo de rock como era Maturana hay cosas que uno tenía que decir gritando porque la banda estaba al palo y acá, por ejemplo, pude reemplazar eso por un solo de guitarra o cantar un tono más alto en «Girasoles…» porque quería estar al límite con la voz y así asumir ese riesgo buscado.